Se nos fue un grande

viernes, 18 de abril de 2014


Siempre me ha parecido triste este tipo de imagen, en donde se señala la fecha de la muerte de una persona. Ayer se nos fue un grande. Un grande entre los grandes. Gabriel García Márquez fue (que terrible decir fue) un gran escritor.
Ya todo el mundo sabe que ha muerto. No voy a sumarme a esas entradas vacías donde gente que jamás leyó sus obras, llena de palabras superficiales párrafos y párrafos, para decir algo que se podría haber resumido en una sola línea: "Se nos fue un grande". No voy a dejarles datos, ni análisis ni noticias nuevas.
Hoy quiero hablarles desde mi humilde postura de lectora.
La primera vez que leí una novela de Márquez fue la eterna El amor en los tiempos del cólera. Un libro que recorre la vida entera de sus personajes. Cuando terminé de leerlo, me sentía vieja. Gabo tenía ese poder narrativo, el poder de entrar a nuestros corazones. Mi segundo libro fue El coronel no tiene quien le escriba, una novela diferente a la primera, pero igualmente profunda. Sentí nostalgia y llegué a querer a ese personaje tan diferente, con el cual me asombré hasta la última línea (en especial, en la última).
Los inolvidables Doce cuentos peregrinos, fueron un regalo de mi escuela por mejor promedio, y a menudo lo mostraba entre mis amigas (estoy segura de que llegaron a detestar el libro debido a lo cargosa que me ponía), ya que tenía la firma del Director y la Maestra. Llegué a memorizar mis partes favoritas para intercalar frases ingeniosas en conversaciones vanas. Perdonen mi tontería, pero era chica.
Memoria de mis putas tristes fue un encargo escolar para las vacaciones de invierno. Pasé de este durante las dos semanas libres y lo tomé un día anterior a la evaluación. Las hojas pasaban volando delante de mis ojos, quedé toda la noche en vela, ya no me importaba la nota, quería leerlo hasta el final. ¿Y qué pasó? Aprobé, pero el libro terminó siendo más que una simple tarea.
Cien años de soledad me lo regaló mi mamá para mi cumpleaños de quince. Tardé alrededor de tres días en leerlo y sentía que no llegaba a tocarlo realmente. En mi segunda lectura comprendí mejor. No es para mí su mejor obra, sigo diciendo y diré siempre, que El amor en los tiempos del cólera me gustó más, mucho más. Una vez que terminé de leer Cien años, corrí a comprar La hojarasca, novela que, en realidad, debería haber leído en primer puesto.
Cuando leí el comienzo Del amor y otros demonios me enamoré perdidamente del libro, las vueltas del argumento me hacían temblar. No entendí cuando, años después, criticaron a Márquez por su libro Yo no vengo a decir un discurso, el cual leí de prestadas gracias a mi abuela. ¿Cómo se atrevían esos críticos patovicas a decir algo malo sobre un grande? ¿Acaso la pluma no evoluciona a la par de la persona?
El último libro que leí de Gabriel García Márquez fue Crónica de una muerte anunciada. Creo que he publicado la reseña en el blog, así que muchos ya conocerán mi opinión al respecto.
Me hubiese gustado conocerlo en persona, hacerle firmar varios de los ejemplares que tengo (aunque hay un par que ya no están en condiciones de mostrarse al público). Me hubiese gustado que siguiera escribiendo, que no hubiese pasado tanto tiempo desde la última vez que escribió y que yo leí. Pero así es la vida...
Gabo nos ha enseñado que no se necesita de mucho para escribir, pero sí que se necesita un gran espíritu para luego no venderse cuando llega el éxito. Que siempre hay que mostrar una sonrisa al mundo, para que este te sorprenda con su magia. Gabo, Gabito, me gustaría poder ofrecerte palabras más anchas, más altas, más enormes, pero no puedo, aún me faltan muchos libros tuyos que leer para aprender a tomar la vida y convertirla en una historia donde la felicidad se encuentra aún en la adversidad.

Tus lectores te van a extrañar.

2 comentarios:

  1. Una de las noticias más tristes desde hace algún tiempo. Definitivamente su literatura es arte.

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    Respuestas
    1. Sí, creo que no me había movilizado tanto desde José Saramago.
      Una pena terrible.
      Abrazos.

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